Alguien dijo una vez que París era una gran metáfora. Para mí no es sino un refugio, una balsa de aceite para navegar aunque me pierda en el laberinto de sus calles y plazas. Es la inquietante certeza del espacio que va a ser perdido y añorado mañana, al regresar, para sin embargo no hallarte nunca; y mientras miro el peniche que enmarca el Pont des Arts, me pregunto si tal vez hoy, o tal vez mañana...y lo curioso que es el orbe de la vida, que en su curbatura, nunca nos deja vislumbrar el final del camino.