Entró con la paloma un trozo de la
muerte,
colgaba de su pico
como quien pende de un sueño futil
y lastimero.
-flotando en el vacío-
se coló en mi sábana y en mis sueños.
Así. Como niño que coge el mar por la
orilla y lo levanta
para ver el interior del mundo
inhabitado.
Igual. Yo vi una mancha cosida en mi
retina
entre aleteos de paloma
azul y mensajera.
Por evitar salir del paréntesis entre
dos nadas
avanzo cada día diez nudos a mi
muerte.